Por Lisa Taylor, Acción Permanente por la Paz Colombia
Este artículo aparece en inglés en el periódico en línea Upside Down World.
Este 4 de febrero, celebrando “la colaboración histórica” entre los Estados Unidos y Colombia, el presidente actual de Colombia Juan Manuel Santos visitará la Casa Blanca para reunirse con el Presidente Barack Obama mientras conmemoran el quince aniversario del Plan Colombia.
Firmado en 2000 por el presidente estadounidense Bill Clinton y el presidente colombiano Andrés Pastrana, el Plan Colombia fue una iniciativa de $1,3 mil millones para respaldar los esfuerzos del Estado colombiano contra la insurgencia guerrillera y la droga. La iniciativa fue basada en la política estadounidense que intentaba acabar con el problema de drogas en EE.UU por medio de atacar la oferta proveniente de países que exportaban drogas. Con el 71 por ciento de los fondos asignados como ayuda militar – la capacitación de las fuerzas militares colombianas, el suministro de la tecnología militar y las armas y un programa controversial de las fumigaciones aéreas – EE.UU ha dado casi $10 mil millones en ayudas a Colombia desde que implementaron el Plan Colombia en 2001.
Además de celebrar el “gran éxito” del Plan Colombia, esta visita espera promover el apoyo estadounidense de las negociaciones actuales que se están desarrollando entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la Habana, Cuba. Desde que empezaron en 2012, las negociaciones han tratado seis asuntos específicos – la reforma agraria, el narcotráfico, la participación política, los derechos de las víctimas, la desmovilización y la implementación de los acuerdos – y deben terminar el 23 de marzo de 2016, finalizando un conflicto de 52 años entre el grupo guerrillero más grande en Colombia y el Estado.
En anticipación del evento el 4 de febrero, el embajador colombiano en los EE.UU. Juan Carlos Pinzón dijo que, “En el año 2000 Colombia era un país al borde del abismo. En ese momento, el gobierno de Estados Unidos comenzó un plan de apoyo que [. . .] logró la transformación de nuestro país y abrió la puerta para el proceso de paz.”
En el mismo sentido, el Presidente Obama comentó en una entrevista con el reconocido periódico El Tiempo que, “A lo largo de varias administraciones, incluyendo la mía, Estados Unidos se ha enorgullecido de ser socio de Colombia. Ello incluye nuestra cercana cooperación en el Plan Colombia, que ha ayudado al país a hacer importantes progresos en seguridad, desarrollo y en el restablecimiento del Estado de derecho.”
Sin embargo, a pesar de la retórica de alto nivel de los gobiernos, los miembros de la sociedad civil y las organizaciones de derechos humanos cuentan una historia diferente – una historia que se trata del aumento de las violaciones de derechos humanos por la intervención militar estadounidense, especialmente entre las poblaciones vulnerables que incluyen los afrocolombianos, las comunidades indígenas, los campesinos, las mujeres, los sindicalistas y los defensores de derechos humanos.
En una carta abierta al Presidente Obama, la red de 135 comunidades que se llama CONPAZ (Comunidades Construyendo Paz en los Territorios) escribe, “Hemos visto cómo nuestros territorios han sido y continúan siendo militarizados y lo peor, paramilitarizados [. . .] Evidentemente Colombia ha cambiado con el Plan Colombia [. . . pero] no necesariamente ha significado mejoría en la calidad de vida para la mayoría de los colombianos.”
Aunque se puede decir que el conflicto armado comenzó en 1948, las violaciones de derechos humanos se pusieron por las nubes con la inyección masiva de la ayuda militar estadounidense bajo el Plan Colombia. De hecho, desde la implementación del Plan Colombia, ha habido 6.424.000 colombianos victimizados – un porcentaje asombroso de las 7.603.597 víctimas en total que han sido registradas por la Unidad de Víctimas del Estado colombiano desde 1958. Es decir, más del 80 por ciento de los muertos han sido civiles, según el Centro Nacional de Memoria Histórica.
Al analizar los abusos de derechos humanos bajo el Plan Colombia, el dirigente laboral Jorge Parra comentó, “Realmente el Plan Colombia es un plan macabro entre los dos gobiernos en contra del campesinado y el obrero. Punto. Eso es lo que ve uno desde el punto de vista de él que trabaja y al que le toca vivir esta situación. Porque para los ricos por supuesto ha sido una maravilla, y sigue siendo una maravilla. Pero nosotros no lo hemos visto así. La violencia en el campo sigue igual. El hambre en el campo sigue igual.”
Continúa Parra, “No invierten en educación, en salud [. . .] Empiezan a traernos [. . .] el glifosato [. . .] que ha dejado toda esa cantidad de niños enfermos, los ríos contaminados [. . .] Realmente no ataca el problema que es un problema social sino que ellos más o menos lo único que están haciendo es seguir alimentando lo que quiere Estados Unidos, que es la guerra.”
En términos militares, el Plan Colombia podría ser calificado como un gran éxito – las fuerzas militares llegaron a tener presencia en casi todos los municipios del país, y los miembros de las FARC bajaron de 17.000 a 8000 guerrilleros. A pesar de esto, los grupos de la sociedad civil han demostrado que la fuerza pública y los grupos paramilitares crecieron por la ayuda militar brindada bajo el Plan Colombia, y que estos grupos han sido responsables de la mayoría de las violaciones de derechos humanos.
De hecho, se estiman que los paramilitares y la fuerza pública han sido responsables de casi el 48 por ciento de los asesinatos, mientras aproximadamente el 17 por ciento fueron cometidos por la guerrilla y los otros por grupos o actores no identificados. Varios escándalos incluyendo los “falsos positivos” en 2006 y el escándalo de la parapolítica en 2006 han responsabilizado a la fuerza pública (financiada por el Plan Colombia y también por el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad/la Escuela de las Américas) y a los políticos cuando se trata de las violaciones masivas de los derechos humanos.
Un líder de una comunidad llamada Nilo que se encuentra al lado del Centro Nacional de Entrenamiento Tolemaida – la base militar de entrenamiento más grande en Colombia – dijo en una entrevista con la organización FOR Peace Presence Bogotá que, “Con el apoyo del Plan Colombia, muchos campesinos se han visto afectados. En el caso de Nilo los campesinos han tenido que vivir la vulnerabilidad a los derechos humanos por parte del ejército y el Ministerio de Defensa, ya que hemos tenido que ser confinados. Primero porque dicen que necesitan nuestras tierras para el entrenamiento. Segundo dicen que el fuerte militar de Tolemaida es dónde llega todo el personal extranjero para hacer sus prácticas de entrenamiento y por eso necesitan brindarle más seguridad.”
De esta manera, mientras los Estados Unidos y Colombia celebran su “cooperación histórica” y el “triunfo sobre la guerrilla” este 4 de febrero con el quince aniversario del Plan Colombia, deberíamos preguntar: ¿Será que el éxito militar significa la paz verdadera? ¿O más bien la paz verdadera requiere de la inversión social y económica para construir una paz sostenible basada en la justicia social?
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