Por Lisa Taylor, miembro del equipo Acción Permanente por la Paz en Colombia
Traducción al español del artículo, “On first anniversary, Puente Nayero Humanitarian Space Inspires Non-Violent Resistance in Buenaventura, Colombia,” publicado en Upside Down World el 24 de abril 2015.
Texto en inglés/English text: http://upsidedownworld.org/main/colombia-archives-61/5301-on-1st-anniversary-puente-nayero-humanitarian-space-inspires-nonviolent-resistance-in-buenaventura-colombia
El 13 de abril 2014, una comunidad afrocolombiana compuesta por aproximadamente 300 familias y conocida como Puente Nayero realizó algo sin precedentes en la ciudad de Buenaventura, Colombia, el puerto más grande sobre el Pacifico colombiano: se conformaron un Espacio Humanitario en un contexto urbano. Criticando la connivencia entre la fuerza pública y los grupos paramilitares, los miembros de la comunidad rechazaron la militarización por parte de los grupos paramilitares en su barrio en la zona de bajamar y empezaron a resistir las empresas multinacionales que intentan desalojarlos de sus hogares para la ampliación de su negocio.
Este abril, el Espacio Humanitario de Puente Nayero celebró un año de la resistencia no-violenta y la organización de su comunidad, contemplando los logros del año pasado. A pesar de recibir amenazas constantes de muerte durante todo el año, Puente Nayero creó una coordinación de líderes y lideresas, solicitó el acompañamiento de la Comisión Intereclesial para Justicia y Paz (una ONG defensora de derechos humanos que documenta las violaciones) y se vinculó con la red de 120 comunidades conocida como Comunidades Construyendo Paz en los Territorios (CONPAZ) para organizar y defender sus derechos territoriales, culturales y humanos. Al comprometer con una práctica de no-violencia, han logrado sacar a los paramilitares de su calle, desmontar una casa de pique que fue instalada para descuartizar y aterrorizar a la gente y fortalecer el apoyo comunitario del proceso.
No obstante, según los líderes y las lideresas de la comunidad, la conmemoración del Espacio Humanitario significa mucho más que celebrar los logros del año pasado. Respondiendo al asesinato reciente del comerciante Wilder Giraldo Salazar – quien fue asesinado por negarse a pagar las extorsiones a los paramilitares – la comunidad de Puente Nayero quiere aprovechar intencionalmente de la conmemoración para fortalecer la relación con su comunidad vecina Punta Icaco. Sin embargo, reclamar a Punta Icaco del control paramilitar no ha sido un trabajo fácil, y varios miembros de la comunidad incluyendo Joaquín Giraldo y su esposa Rubiela Berrio ya han sido amenazados por apoyar la iniciativa no-violenta e invitar a los acompañantes nacionales e internacionales a su barrio.
El desplazamiento por el desarrollo
La conmemoración es además un momento estratégico para fortalecer el proceso organizativo de la comunidad y, en particular, solidificar la resistencia frente a los megaproyectos que se planean y se implementan actualmente en Buenaventura. Para Puente Nayero, la presencia paramilitar indica un fenómeno amplio e insidioso: el uso de los actores violentos no estatales para llevar a cabo los desplazamientos en Buenaventura, los que efectivamente dejan libres los territorios para la explotación de las multinacionales en nombre del “desarrollo,” lo que es una propuesta apoyada tácitamente por el Estado colombiano. Varios casos de las conexiones entre los paramilitares y los actores multinacionales han sido documentados extensivamente en Colombia; entre los ejemplos más conocidos se destacan las empresas Chiquita Brands International, Coca-Cola y Nestlé.
“¿Quién nos desplaza?” pregunta el líder nayero Orlando Castillo. “El capital. El capital está desplazándonos de nuestros territorios, el capital que viene de las grandes ciudades de Europa, Asia y Estados Unidos. Es la inversión extranjera la que está matando a nuestro pueblo.”
El gobierno colombiano sigue implementando las políticas económicas neoliberales, firmando los acuerdos como los Tratados del Libre Comercio con los Estados Unidos, Canadá y la Alianza Pacífica con otros países latinoamericanos. Mientras se desarrollan estas políticas, las comunidades han notado una mayor presencia de los actores armados en los territorios que son estratégicos para la inversión extranjera.
En particular, Buenaventura ha sido una región clave para la inversión internacional y los proyectos del desarrollo porque el puerto mueve más que 600.000 contenedores cada año, una cifra que representa aproximadamente el 60 por ciento de las importaciones y exportaciones de Colombia. Este negocio beneficia casi exclusivamente a los aproximados 12 dueños del puerto de Buenaventura, empeorando la desigualdad en una ciudad dónde viven más que 300.000 habitantes y que tiene una taza de pobreza más del 90 por ciento.
En el caso de Puente Nayero, ubicado en el barrio La Playita, la implementación del proyecto para construir un malecón turístico ha sido más que nada directamente responsable del desplazamiento.
“Es el [megaproyecto] Malecón Bahía de la Cruz que quiere sacar o exterminar a las comunidades que están aquí, más que todo en la zona de bajamar” afirma la vocera Nhora Isabel Castillo. Añade también que la reubicación propuesta al barrio continental de San Antonio para las familias de Puente Nayero resultará en un “exterminio total de nuestra comunidad” cultural y económicamente porque la comunidad reubicada no tendrá el acceso al mar y el 60 por ciento de las familias afrocolombianas en Puente Nayero se sostienen de la pesca artesanal.
La experiencia de Puente Nayero con respecto al proyecto malecón Bahía de la Cruz solamente es un ejemplo de la inversión extranjera en Buenaventura, demostrando cómo los proyectos del desarrollo pretenden desplazar a las comunidades vulnerables. Otros megaproyectos de la región incluyendo la expansión del puerto procuran hacer que Buenaventura sea un lugar para la inversión comercial más no un hogar para la gente, según una presentación en el Senado colombiano en septiembre de 2014.
Un miembro de una comunidad indígena que visitaba el Espacio Humanitario durante el primer aniversario sostiene que el Estado colombiano es directamente responsable por la violencia: “Los representantes del gobierno son los primeros que violan los derechos humanos de las personas, son los primeros encargados de atropellar a las personas.” En su perspectiva, en el fondo la inversión extranjera en Colombia ha pretendido desplazar a las comunidades – más que nada las afrocolombianas, las indígenas y las campesinas – con el fin de promover los proyectos de desarrollo que sólo empoderan a los ricos y empeoran la desigualdad y la situación de los pobres.
En una situación tan compleja, el Espacio Humanitario es un pequeño símbolo de la esperanza para las personas que habitan en Buenaventura. Al ampliar su espacio no-violento y al organizar con las otras comunidades por todo Colombia con el propósito de resistir la violencia física y económica, la comunidad de Puente Nayero procura construir procesos de paz más inclusivos y sostenibles. Celebrando un año de resistencia, los niños, niñas y jóvenes se reúnen para cantar, su himno sonando por todo el barrio:
“El Espacio Humanitario de Puente Nayero hoy es un ejemplo para el mundo entero
Para que el gobierno hoy tome conciencia, estamos luchando por la no-violencia
Somos un pueblo que queremos libertad para que haya paz con justicia y dignidad
Somos un pueblo que queremos libertad para que haya paz con justicia y dignidad”
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